discurso del miedo discurso de la empatía

El discurso del miedo y el discurso de la empatía

 

Hay dos discursos que llegan a las personas y les calan. Solo dos.

El primero: el discurso del miedo.

Es el discurso que más se escucha en los medios de comunicación tradicionales. Las noticias nos alertan de peligros a los que temer y se nos pone un nudo en el estómago.
Los políticos lo utilizan para legitimar una restricción de libertades y para señalar al “diferente” convirtiendo la riqueza de su diversidad en el “peligro ante lo desconocido”. En alguna conversación se escucha “a qué no sabes lo que le pasó a …” acompañado de un relato que rompe la tranquilidad de los oyentes: “¿me puede pasar a mí también?” Y ese miedo se suma a la lista de miedos ante amenazas reales o imaginarias.

Últimamente, a partir de la cobertura mediática sobre agresiones homófobas, llegan a mi consulta pacientes con miedo. Miedo de que les pueda pasar lo mismo a ellas: ser agredidas por querer a otra mujer, expresar su cariño o darse la mano en público.

No me malinterpretéis: hay una mirada social que señala algo que no funciona y que puede movilizar recursos para proteger a personas LGTBI en situaciones de vulnerabilidad. Eso es positivo.

Pero el problema de estos discursos es que hacen el miedo tan transversal, imparable, que cala en todas las personas que no se sienten suficientemente seguras: que son la mayoría.

Las víctimas se victimizan más, los agresores se visibilizan -y pueden dar ideas a otros agresores- y las personas LGTBI incorporan a su listado de argumentos de “porqué el mundo es un lugar peligroso” otro ejemplo más que confirma el temor. La homofobia interiorizada se hace protagonista.

Mi trabajo, que implica empoderar a mujeres lesbianas y bisexuales, se resiente cuando 1/2 mujeres llegan a consulta con un ejemplo más de porqué no salir del armario ni ser asertivas. “Es mejor pasar desapercibidas, seguir siendo sumisas e interpretando un papel…así no me agredirán” – dice su miedo. Un miedo que acaba secuestrando sus vidas e impidiendo que sean ellas mismas, tranquilas y libres.

Pero no solo existe el discurso del miedo.

Hay otro discurso: el discurso de la empatía.

La empatía que hace que yo también conecte con el miedo que podemos sentir. Con la frustración de otra agresión más pero con la esperanza de saber que ese es un caso entre mil. Con la mirada puesta en cientos de personas que son libres y viven su homosexualidad con la felicidad que les corresponde sin esconderla. La misma empatía que me hace dar apoyo y cariño a las personas que sufren pero que confía en el ser humano y en las vidas con éxito de millones de mujeres lesbianas y bisexuales. La empatía de ver como en los nuevos medios de comunicación -como YouTube – una mujer puede salir del armario como bisexual y recibir un millón de enhorabuenas o como puede una pareja de mujeres movilizar tanto amor y apoyo.

Las historias de empatía son las que nos hacen avanzar y no quedarnos paralizadas ante el miedo.

Y aunque sea un discurso más complicado, vale la pena.
Porque implica conectar con el dolor ajeno y saber validarlo sin permitir que se haga protagonista.
Implica argumentar que las leyes nos protegen y que las instituciones públicas empiezan a movilizar recursos.
Implica creer de nuevo en las personas, por muy diferentes y diversas que sean.
Implica aceptar las verdades incondicionales de cada una.
Implica cuestionarse y replantearse cosas.
Implica sentir que formas parte de una manada.
Implica sentimiento.
Implica conectar.

Y tú, ¿qué discurso quieres en tu vida? ¿Conectar con realidades diversas y complejas o simplificar con un relato de buenos y malos? ¿Vivir con la mirada puesta en la esperanza de un cambio positivo que se está dando -y por el que hay que seguir luchando- o paralizarse por el temor?

Mi apuesta es clara. Por mucho que cueste: la mirada de la esperanza y del cambio desde el trabajo constante para convertir las vulnerabilidades en fortalezas. El miedo siempre estará ahí – al final es un mecanismo de alerta que nos dice que necesitamos protegernos – pero date cuenta que desde la empatía formamos una manada de PERSONAS que nos apoyamos y acompañamos, empezando por una misma.

Paula Alcaide
info@palcaide.com

Soy Paula Alcaide, psicóloga especializada en atender a mujeres lesbianas y bisexuales que buscan convertir en una fortaleza su orientación sexual y disfrutar libremente de sus relaciones con otras mujeres sin miedos, ansiedad, vergüenza o culpa.

1 Comment
  • Ana Sandoval
    Posted at 16:39h, 17 mayo Responder

    Como decía un profe q tenía…sin miedo hubiéramos muerto mil veces…

    Pero en nuestro país, en general no pasa…y se siente mucho el amor de la gente que nos apoya.
    Gracias!!!

     

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