12 May No les enseñaron a hablar de mujeres con nosotras
A los hombres se les enseña a hablar de mujeres, pero ¿quién enseña a las mujeres (lesbianas o bisexuales) a hablar de mujeres? Se abre el debate…
Los hombres hablan de mujeres. Es una premisa que socialmente se acepta y se potencia. Es más, reciben un extenso entrenamiento para ello: sus padres, sus compañeros de clase, el vecino, el del bar…todos les hacen comentarios animando a que comenten sobre las mujeres. Y no es extraño que ellos, como buenos seres sociales, aprendan a hacerlo y acaben a animando con sus comentarios a otros hombres a compartir esa interacción social.
Hasta aquí todo lógico en una sociedad que, como decía Vygotski (1934), se aprende por modelaje (él lo llamaba andamiaje): reproducimos lo que vemos, aprendemos por copia y por ejemplo de otras personas referentes.
¿Pero qué pasa cuando esa sociedad transmite mensajes que cosifican y sexualizan a las mujeres? ¿Qué pasa cuando a ese niño se le educa para “respetar” a su madre – porque es su madre y la maternidad es sagrada en esta sociedad- pero no a respetar en igual medida a otras mujeres? ¿Qué creéis que pasa cuando ese niño ha aprendido de su padre, de su tío, de su amigo del colegio, de su profesor o de su vecino a hablar de mujeres como algo –y no alguien- en relación a lo que sentir tener atracción sexual?
Hay diferentes respuestas. A continuación detallaré unas cuantas opciones que pueden darse:
- El niño es heterosexual y no le genera ningún conflicto interno. Es el hombre que crecerá diciendo cosas como que las mujeres que reclaman igualdad son unas exageradas y que nunca se planteará que vive en una sociedad en la que tiene un privilegio social. Es probable que en algún momento tenga una novia que lo deje por “demasiado dominante”, o que busque una mujer “que no le lleve mucho la contraria”, o que busque un perfil de mujer “respetable” que le recuerde a su madre pero luego comente con los amigos lo buena que está la del trabajo, que acabe enrollándose con alguna mujer solo para poder sacar “su parte sexual” (ya que con su mujer ha tenido épocas de disfunción eréctil) y que lo comente con los amigos enorgullecido degradando a su compañera sexual (la haya pagado o no).
- El niño es heterosexual y a la larga este modelo de masculinidad (hegemónica / limitada) le genera un conflicto interno. Se convierte en un hombre que busca nuevos referentes de masculinidades e intenta hablar de sus compañeras de vida, de trabajo, sexuales, de forma respetuosa y sin cosificarlas. Se verá en situaciones constantes donde se le exigirá que comente sobre otras mujeres y parecerá el “tímido” del grupo, algunas veces incluso se le tachará de “gay” por no hacer el despliegue de comentarios sobre esta atracción sexual pública hacia las mujeres como objetos de deseo. Se verá en situaciones en las que tendrá que gestionar el callar y ser cómplice de machismos encubiertos o de hablar y ser tildado de hombre “extraño”, de forajido de la manada.
- El niño es gay. Se convierte en un hombre que no ha seguido el patrón que se esperaba que siguiera y no cosifica a las mujeres pero sí a otros hombres. Se le ha enseñado a objetivizar a otros hombres de forma que los cataloga nada más mirarlos. Se siente excluido de lo que significa ser “hombre” socialmente y sufre el machismo que lo relega a un segundo plano por atribuirle elementos femeninos (hombre de segunda categoría). Esto le hace sentir fatal hasta que hace un trabajo personal para auto-aceptarse y reafirmar su posición en el mundo de hombre que desea a otros hombres.
Aquí hay millones de otras opciones (como por ejemplo que el niño es niña en realidad y hace un proceso de transición en el que tiene que re-elaborar su identidad), pero he querido poner algunas que ejemplifican el dolor que causa un modelo de masculinidad tan rígido y una sociedad machista que ejerce presión social sobre los hombres para que actúen de una determinada manera, lo quieran o no.
A partir de lo expuesto, vayamos al kit de la cuestión de quiero abordar en este artículo:
¿Qué pasa cuando en vez de un niño es una niña la que siente atracción hacia otras mujeres? ¿Qué pasa cuando esa niña que ha recibido mensajes de “cómo debe ser una mujer” y de “cómo conquistar a los hombres” no quiere ser esa mujer prototípica y quiere conquistar a otra mujer?
La respuesta es clara: hay 0 aprendizaje social al respecto.
Imaginaos a esa niña. Ella ha recibido educación heterosexual constante. La vecina cuando la veía pasar con su madre le ha preguntado cuatrocientasmil veces si ya tenía un “noviecito” en la escuela, su tía a medida que iba creciendo le ha comentado que a ver si se “quedaba para vestir santos” o “a ver si se le pasaba el arroz” por no presentar a ningún novio o porque no le han durado mucho, las amigas del instituto han insistido día sí, día también, sobre cuál era el chico más atractivo de la clase, se ha visto en situaciones en las que los chicos la han intentado ligar, ha leído hasta la saciedad historias románticas entre hombres y mujeres, ha visto películas, series, y publicidades constantes sobre el amor heterosexual. Y podríamos seguir hasta el infinito enumerando los inputs heterosexuales que ha recibido.
Por otro lado, también podemos analizar todos los inputs que ha recibido sobre lo que “significa ser una mujer”. En general, en este siglo “algo muy chulo, muy igualitario” hasta que el chico de turno le dice que “ese juego no es de niñas”, o ese “trabajo es de hombres”, o ha escuchado como le decían a su hermano “no corras como una niña”, o “esta tía es un marimacho”, o “tú eres genial porque te comportas como un tío”. O cualquier otro comentario que sitúa a la mujer en una especie de ser “relativo” al hombre o “a disposición” de éste.
Imaginaos con qué mensajes crece esa niña y qué mensajes ha ido recibiendo toda su vida. Imaginaos a la mujer en la que se ha convertido. Probablemente sea una mujer maravillosa a pesar de todos los obstáculos que ha tenido.
Pero, ¿nos sorprendería que fuera discreta y que no quisiera ser el foco de atención?
¿Nos sorprendería que se sintiera incómoda cuando los hombres de su familia, sus amigos o sus compañeros de trabajo comentan algo sobre mujeres? ¿Qué no supiera dónde situarse (si como la mujer cosificada – algo que daña su identidad de género como mujer- o como la que cosifica –en función de su atracción lesbiana-)?
Nadie la entrenó jamás para hablar de mujeres. Nadie la entrenó jamás para sentirse una mujer atraída por otras mujeres. Nadie la entrenó jamás para tener interacciones sociales hablando de su deseo hacia mujeres. No tiene referentes y ha tenido que adaptarse a un contexto social que invisibilizaba su posición como mujer deseante. ¿Nos extraña que haya buscado a otras mujeres lesbianas para sentirse mejor? ¿Nos extraña que se invisibilice como método de protección ante una sociedad de la que se siente excluida?
¿Cómo construimos esa mujer deseada y deseante sin repetir los mismos errores? Os animo a que abramos el debate.
¿Cómo nos entrenamos para seducir a otra mujer? ¿Cómo ligamos entre mujeres? ¿De quién aprendemos a ligar (de una madre heterosexual, de un padre heterosexual, de un contexto escolar heterosexual, de amigas, de películas lésbicas, etc.)? ¿Qué modelo de comunicación sobre nuestra atracción hacia otras mujeres tenemos? ¿Qué compartimos de nuestro deseo lésbico con los hombres gais? ¿Y con los hombres heteros? ¿Hay más puentes que cruzar de los que nos pensamos o somos más iguales de lo que nos creemos?
Quizás hay que perdonarse la incomodidad que hemos sentido a veces como mujeres y como lesbianas. Quizás hay que ser más tolerantes con nosotras mismas porque el camino no ha sido fácil (y el problema es social). Quizás es hora de empezar a debatir cómo construimos otros caminos posibles.
PD: Este artículo no espero que sea entendido, ni compartido por parte de la mayoría. Solo espero que haga sentir un poco menos incómodas, marginadas e incomprendidas a una minoría. Es evidentemente una simplificación de la realidad (más compleja y llena de matices de lo que estamos dispuestas a reconocer), pero es una simplificación que espero ayude a repensar y replantearnos qué modelos sociales debemos de-construir para no sufrir tanto como hombres exigentes y como mujeres exigidas. Como gais excluidos y como lesbianas invisibles.
Ana Sandoval
Posted at 13:26h, 12 mayoHola Paula!!!!
Interesante artículo con mucha información y muchas preguntas que no me había parado a pensar…
Gracias
Vanesa
Posted at 13:25h, 13 mayoUn articulo interesante, realmente estamos transitando un tiempo de replantearnos paradigmas bajo los que hemos sido educadas. Y me parece importantísimo replantearnos si también a nivel relacional debemos establecer nuevos paradigmas, pues más de una vez intentamos vivir una relación lésbica bajo patrones de las relaciones heterosexuales que nos presentaron como modelo
paula
Posted at 12:05h, 15 mayoHola Vanesa,
Sí, efectivamente, al final aunque vivamos relaciones lésbicas hemos crecido bajo un modelo relacional heterosexual (y machista en algunos casos) que a veces nos dificulta las relaciones de pareja y familiares. Tenemos que re-escribir esos modelos y elaborar otros que nos sean más útiles. Tarea nada fácil… ¡Un abrazo!
andrea uribe
Posted at 23:30h, 15 mayoTe leo mucho aunque nunca te comento. Ahora lo hago porque es muy cierto todo lo que dices y si a parte agregas una sociedad machista como la sociedad latinoamerica (venezuela, colombia, Peru, Chile, Ecuador, Brasil, Bolivia.) hay na gran gama de estos matices. Yo soy lesbiana y aunque mi familia lo sabe y lo ha «aceptado» a veces los comentarios son se le pasara cuando consiga un hombre que la entienda, o, yo no se porque ha salido así.
En fin excelente artículo.
paula
Posted at 10:52h, 16 mayoMuchas gracias por escribir Andrea. Tienes mucha razón, en Latinoamérica las opresiones machistas son mayores y eso influye en los procesos de aceptación familiar y social. A veces parece que la familia lo acepta (o se resigna a ello) aunque aparecen comentarios lesbófobos o machistas sutiles que siguen estando ahí. Lo importante es que los identifiques y (si tienes ganas y estás de humor) que los rebatas: «no necesito conseguir un hombre porque si tengo algo, será una mujer» o «A ti se te pasará la heterosexualidad? Verdad que no, pues a mí tampoco el lesbianismo» o «he salido así como el 10% de la población». Un abrazo!
Beatriz
Posted at 21:58h, 06 junioTotalmente de acuerdo y completamente identificada con este artículo. Gracias Paula Alcaide Psicóloga por poner palabras a lo que sentimos tantas personas y explicar de forma tan clara (y desde mi punto de vista muy bien definido, nada simplista, al contrario, contemplas varios puntos de vista al respecto) los obstáculos que encontramos las personas al afrontar nuestra identidad de género, orientación sexual y sexualidad, y gracias por aportarnos herramientas transformadoras surgidas de un buen análisis de la realidad de tantas personas que nos sirven de guía para contribuir a un modelo de sociedad más plural y respetuoso con las diferencias.
Un afectuoso saludo,
Bea Hache, Gaviota y Mentora de Afirma’t
Adriana
Posted at 21:55h, 19 febreroEntiendo que hay un trabajo personal que hacer con nosotras mismas. Hay que conseguir los espacios para hablar sobre nuestros deseos con libertad independientemente que todo nos haya indicado que no era posible. Estos dialogos los he ido construyendo con la lectura, con las peliculas, con la escritura y me ha parecido que he ido trazando en mi cierta fortaleza que me ha permitido aceptarme y alejarme de aquel que no respeta mi eleccion vital. Este articulo abre un debate importante y nos ayuda a repensar la expresion del.deseo como algo que va mas alla del mero constructo social…
Chloe
Posted at 01:36h, 26 diciembreMe encanta este artículo, pero no he podido evitar pensar, cuando has dicho en una respuesta a un comentario, que el 10% de la población mundial es homosexual. por qué siendo un porcentaje tan bajo, me ha tocado a mí..sé que tengo homofonía interiorizada, y el daño que esto me hace, pero dudo que alguna vez pueda evitarlo.
Paula Alcaide
Posted at 12:53h, 04 eneroLa Homofobia Interiorizada puede trabajarse. Y la homofobia en las familias también ya que son en gran medida causa de nuestro rechazo a nuestra afectividad, que es diferente de la mayoría pero no peor.